La mujer de las falenas.

Este relato está inspirado en esta sugerente ilustración de Luisa Olguín, miembro de la Cofradía Triple C. Fue mención especial en Agosto de 2013 en Esta Noche te Cuento.


      La mujer que se iluminaba por dentro caminaba siempre desnuda y envuelta en una nube de polillas. Dicen que había sido una muchachita normal, pero un día, sin saberse el cómo ni el porqué, amaneció emitiendo aquella luz intensa que atraía a los insectos y quemaba los tejidos. Con los años se había acostumbrado a vivir sin pudor y hasta sin palabra, pues en cuanto abría la boca comenzaba a atragantarse con sus mariposillas. Y así, con su mudez impuesta, la desdichada pasaba las noches insomne a causa de su propia claridad, y los días buscando, sin que nadie pudiese saber lo que buscaba. Abría y cerraba los cajones. Entraba en la iglesia y en el ayuntamiento. Subía a los árboles, con su enjambre de falenas a cuestas, para husmear en los nidos de los gorriones. Jamás descansaba.

     Aquella noche me la encontré registrando mi propio jardín. En medio del silencio y los insectos se podía escuchar claramente cómo sollozaba quedito. Mirándola allí, tan desnuda y frágil, se me ocurrió la feliz idea: me acerqué extendiendo el dedo índice, pulsé con firmeza en su ombligo, y con un leve ¡click! la mujer se apagó de inmediato.

     —¡Lo has encontrado! —exclamó alborozada. Y me besó muchas veces sin quemarme, como cuando éramos novios, mientras las polillas huían revoloteando hacia las farolas del pueblo.